
Profesor Manuel J. Castillo
Experiencia
- Catedrático de Fisiología Médica (Facultad Medicina, Universidad Granada) desde 1996
- Director Grupo de Investigación EFFECTS 262 (Evaluación Funcional y Fisiología del Ejercicio CTS-262)
- Médico-Especialista en Análisis Clínicos y Bioquímica Clínica, DU Endocrinologie et Nutrition
- Asesor de Salud y Bienestar en varias empresas y organizaciones
- Presidente comité científico de la Sociedad Española Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL)
- Miembro del Consejo Asesor de la European Society of Preventive, Regenarative and Ant-Aging Medicine (ESAAM)
- Ha liderado más de 30 proyectos de investigación nacionales e internacionales y ha supervisado más de 40 becarios de investigación así como 33 tesis doctorales
- Ha recibido varios premios de investigación y académicos, y cuenta con 7 sexenios de investigación
- Ha publicado 330 trabajos científicos (54 en los últimos 5 años, 97 en los últimos 10) en revistas de alto impacto, además de más de 30 capítulos de libros
Glucosa, Insulina, Glucagón, GLP1 y Grasa Corporal: Envejecimiento y antienvejecimiento
El envejecimiento determina cambios en la composición corporal caracterizados por un aumento en la proporción de grasa y la pérdida de masa muscular. Por tanto, prevenir ese acúmulo de grasa es, per se, un tratamiento antienvejecimiento. Además, la acumulación excesiva de grasa determina resistencia a la insulina, síndrome metabólico y mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, todos ellos problemas de salud asociados al envejecimiento.
En los seres humanos, la grasa (triglicéridos) se forma en el hígado y se acumula principalmente en tejido adiposo y también, aunque en menor medida, en el músculo. Tanto la formación como la acumulación de grasa están reguladas por la razón molar insulina/glucagón (Ins/Glon). Una relación Ins/Glon alta determina la síntesis de ácidos grasos y triglicéridos en el hígado, que se exportan a circulación a través de las VLDL. En los tejidos periféricos, especialmente tejido adiposo y músculo, la insulina activa la lipoproteína lipasa, permitiendo la incorporación de grasa a la célula. Esta grasa puede provenir de triglicéridos endógenos (transportada en VLDL) y exógenos (en quilomicrones).
Simultáneamente, una ratio Ins/Glon alta inhibe la lipasa tisular hormono-sensible, inhibiendo la lipólisis y favoreciendo la acumulación de grasa fundamentalmente en panículo adipose pero también en músculo. Una ratio Ins/Glon baja tiene el efecto opuesto: disminuye la acumulación de grasa, favorece la lipólisis y aumenta la liberación de ácidos grasos libres en circulación. En caso de actividad física y/o ayuno, estos ácidos grasos serán consumidos por el músculo activo.
En caso de baja actividad (estilo de vida sedentario) o ingesta frecuente de alimentos, los ácidos grasos serán reincorporados por el hígado a nuevos triglicéridos, cerrando el círculo vicioso descrito anteriormente que conduce al acúmulo de grasa, afectando ya incluso al propio hígado, fenómeno conocido como hígado graso no alcohólico. La ratio Ins/Glon está controlada, en sus dos componentes, por la glucemia a través de un sistema de retroalimentación en bucle cerrado en el cual la propia glucemia (que es el resultado del equilibrio entre producción hepatica, absorción intestinal y captación periférica y hepática ) está controlada por la relación Ins/Glon. Es decir la glucemia controla la ratio Ins/glon y la ratio control la glucemia.
Tres factores tienen una influencia decisiva en este ciclo, determinando un aumento en la ratio Ins/Glon: la alimentación frecuente y/o comidas de alto índice glucémico, la falta de actividad física y el estrés crónico que, a través del aumento de cortisol, determina resistencia a la insulina, ligero aumento de glucosa en sangre y aumento compensatorio en la relación Ins/Glon. Debido a su efecto incretina, el GLP-1 anticipa la liberación de insulina, atenuando la hiperglucemia posprandial y, con ello, previniendo un mayor aumento, prolongado en el tiempo, de la ratio Ins/Glon.
A través de este mecanismo, el GLP-1 puede limitar la formación/acumulación de grasa en el estado posprandial. Además, directamente, como molécula señalizadora similar al glucagón, añade sus efectos a los del glucagón, ayudando a reducir la ratio, imitando los efectos de la actividad física en el estado posabsortivo y enlenteciendo el vaciamiento gástrico.
Por último, a nivel hipotalámico, el GLP-1 contribuye a aumentar la relación saciedad-saciación/apetito-hambre, tanto en situación absorptiva (limitando la ingesta), postprandial (prolongando la sensación de saciedad) y postabsortiva (disminuyendo el apetito, el hambre, especialmente para los alimentos más hiperglucémicos que son los que contribuyen en mayor medida al aumento de la ratio Ins/Glon).
Por último, niveles prolongados de glucosa en sangre tanto en el estado absorptivo como en el postabsortivo determinan la glicación no enzimática de estructuras funcionales, y que afecta a proteínas tanto extracelulares como intracelulares, otro proceso asociado al envejecimiento con consecuencias perjudiciales para el óptimo funcionamiento celular y tisular, que incluso tiene consecuencias estéticas .